El viaje:
Viaje tranquilo que en casi unas tres horas estábamos en al aeropuerto de Manises y en seguida saliendo en el metro en dirección a Valencia capital. Pero no corramos tanto que nos podemos caer, pues en todo viaje siempre ocurre alguna anécdota que por supuesto quedará para el recuerdo y que aquí quiero contar.
Una cosa buena que hicimos es no facturar el equipaje, porque como eran solo dos bolsos de viaje, de esta manera te evitas hacer cola en plan chorizo para llegar al mostrador de facturación.
Pero no te libras de pasar el control de la guardia civil, así que para empezar hay que ir hacia el control de aduanas del aeropuerto de Los Rodeos, pues nada a casi desnudarse todo; hay estábamos colocando en la bandeja para pasar el control: el neceser con los artículos de aseo, la cartera, el móvil, el kindle, el cinto y después de colocar mil cosas en la dichosa bandejita y sobre todo mi gorrita de Reebok, empezamos a pasar el control.
Primero el enfado de Merci porque la hacen descalzarse unos zapatos de yute con un poco de cuña (es que en ese tacón llevamos el contrabando)
Y luego me toca a mi, que va y me pita y se enciende el arco del triunfo, como si me hubiera tocado un premio...
Enseguida mirada rara de los agentes que te separan de la fila y te hacen esperar a un lado para un control más exhaustivo.
Y tú te preguntas ¿Qué pasa?, ya empezamos aponernos un poco nerviosos y esto si que no lo puedes evitar, dicen que me van a hacer un control de explosivos ¿Cómo?... ¡pero si lo más explosivo que he tocado en mi vida ha sido un fósforo!. Me pasan una tirita por todo el cuerpo y por el bolso de viaje y nada todo correcto, recogemos la bandeja con las cosas y a volvernos a colocar todo encima.
No se si del mal trago, me entran ganas de orinar y corriendo me dirijo a los aseos del aeropuerto. Cuando voy ha quitarme el cinturón... ¡Coño, el cinto!... ¿Dónde esta el cinto?, ¡tremendo un despiste!, resulta que con las prisas por salir del control, el cinto me lo había dejado en la mesa donde me estaba volviendo a colocar otra vez las cosas en su sitio, pues nada corriendo a buscarlo y allí estaba él esperando por su papá. ¡Ven a mis brazos mi niño!, mejor dicho a mi cintura. Y ya nos fuimos para embarcar en el Airbus A320 de Vueling.
No se por qué... pero tengo el presentimiento de que algo se me olvida.
¿Qué algo se me olvida?, bueno pues cuando estaba en pleno vuelo, me doy cuenta de que mi gorrita Reebok, mi fiel compañera, la que siempre me ha acompañado en todas mis caminatas de tantos años; me la he dejado en la cinta del control de equipaje. ¡Me cago en todo lo que se menea!... y no se cuantas maldiciones más solté por la boca, bueno pues: ¡Ajo y agua!, ya compraré otra cuando lleguemos a Valencia.
Como ya dije, fue un viaje tranquilo y muy agradable, que después de una entretenida lectura en Kindle, dos buenos ronquidos y unas preciosas vistas por la ventanilla de la línea litoral de la Costa del Sol, Murcia y la Costa del Azahar, llegamos al aeropuerto de Manises y en seguida saliendo en el metro en dirección a la capital.
Teníamos que llegar a la casa de mi hija Ari que está en la calle Callosa de Ensarria, muy cerca de la Clínica Vithas Ntra. Sra. del Consuelo en Jesús, que pertenece a Patraix en la zona suroeste de Valencia. Lo más fácil hubiera sido bajarnos en la estación del metro de Colón en pleno centro de Valencia y luego coger la línea que nos dejara en el Barrio de Jesús; pero como queríamos darle una sorpresa a mi hija en su trabajo, decidimos bajarnos en la estación de Aragón, donde al principio de la Avigunda del Port, muy cerca de la Plaza de Zaragoza, se encuentra la farmacia donde trabaja.
Pero el problema para un isleño es que nosotros nos orientamos teniendo como referencias las montañas y el mar. Pero aquí en Valencia no, para un recién llegado que no conoce la capital, ¿Cómo te orientas? porque es todo plano y aunque el Mediterráneo está a un tiro de piedra, no lo ves, no tienes ninguna referencia, y como siempre digo: "... el diablo siempre anda cerca haciendo de las suyas".
Bueno pues lo que nos pasó fue que al salir de la estación de Aragón, interpreto mal las indicaciones de Google Map y en vez de dirigirnos hacia el norte, lo hicimos al contrario hacia el sur en dirección al puerto, hasta que tres calles mas adelante (que las calles aquí son larguísimas), nos damos cuenta del error y tuvimos que volver a deshacer todo lo andado, para luego seguir correctamente las indicaciones de "papá google-map" y gracias a él llegamos a buen puerto (y nunca mejor dicho); pero no sin antes darnos cuentas de que en todas las esquinas de Avigunda del Port (o avenida el puerto) te encuentras con una farmacia, la nuestra estaba en el sentido de nuestro camino, ¡la última!. Pero llegamos justito a tiempo de darle la sorpresa a la niña a la salida del trabajo.
Ahora taxi que estamos hartos ya de tanto patear y para Callosa
de Ensarriá... ¡A comer! y a descansar un fisco, que bien merecido
que lo tenemos.
Por la tarde, después de dejar a la niña en su trabajo, nos fuimosa dar un pequeño paseo por el centro de Valencia, para tomarcontacto con tan bonita ciudad.
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