Costumbre muy típica en el noroeste de Tenerife en la zona de
La Guancha y la comarca de Ycoden Daute (de Icod hasta Buenavista).
Recuerdo vagamente que era como un "toma y daca". En casa de mi abuela en Icod de los Vinos, el día anterior al día de Todos los Santos se preparaba alguna cesta con alimentos que daba como Pan por Dios a los que al día siguiente ella visitaba o se acercaban a visitarla e igualmente ella lo recibía de otros. Era muy divertido.
En otros sitios del noroeste de Tenerife (Garachico y Los Silos) es una tradición que consiste en que los niños y no tan niños salen la mañana del Día de Todos los Santos tocando de puerta en puerta, saludando con la expresión "Pan por Dios" con la esperanza de recibir alguna golosina, pequeños agasajos que cada vecino tiene preparado desde el día anterior. Antes eran frutas de temporada, frutos secos o alguna perra o real.
En San Juan de la Rambla nació la costumbre de los panaderos de agradecer en ese día a sus clientes más fieles con un pan adicional conocido como el Pan por Dios. La respuesta de los vecinos siempre era "que te lo acreciente Dios".
Estas tradiciones, mantenidas a lo largo de los años, antes eran acompañadas con costumbres, ritos y rezos que sí se han ido difuminando con el paso del tiempo, pero que aún hoy nuestros mayores recuerdan, como la visita casa por casa del monaguillo de la iglesia bendiciendo y dando la paz, las reuniones para recordar a los difuntos, o cuando se encendían en honor a las almas unas pavesas o capuchinas que eras unos trocitos de corcho con una mechita encendida, que navegaban sobre un mar de aceite de una escudilla.
Hace muchísimo tiempo el Día de Todos los Santos, los monaguillos iban por las casas llevando La Paz. Tocaban en la puerta, y el vecino respondía ¿Quién es?, a lo que se decía La Paz. Bendecían los patios y la vivienda con agua bendita, también les mostraban el Portapaz (un cuadro de plata con una cruz), el cual besaban, depositando posteriormente en el propio acetre una limosna o donativo. En el Día de los Finados (los que habían llegado a su fin), el párroco realizaba junto a los monaguillos los recordados responsos que se desarrollaban por las sepulturas o nichos a petición de las familias, que daban la limosna convenida en el momento.
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