Salinas del Marrajo

















  

Playa de la Calera







Montaña La Caldera













El muelle de Isla de Lobos


Las focas monjes o lobos marinos son los que le dieron nombre a la isla.






Faro de Martiño

Después del descenso de la Montaña la Calera,
nos ponemos en marcha hacia el Faro de Martiño.


Parada en el camino para la correspondiente foto de rigor.

Continuamos con nuestro camino al faro 

La arenosa y larga recta nos lleva a divisar a lo lejos las costas de Lanzarote

El sendero es bastante plano y muy cómodo de transitar,
pero bajo un fuerte sol abrazador.

Más allá del mar aparece difuminada las costas de Playa Blanca en Lanzarote

Ya tenemos a la vista la edificación del Faro de Martiño


Continuamos por un suave ascenso por una pista cementada
que en poco tiempo nos deja en el Faro de Martiño.


A nuestra derecha aparece el pequeño Saladar de Martiño.


El faro de Martiño se encuentra al noreste de la isla a unos 5 km del Puertito.
Alcanza los 29 m de altura sobre el nivel del mar y es la única obra oficial que hay
en el islote de Lobos. Su torre de 6 m de altura está adosada a un edificio de una planta.

La azotea es un gran patio que servía para recoger y conducir
el agua de la lluvia al aljibe situado bajo el patio del edificio.

Sus funciones son la de balizar el paso de embarcaciones por el estrecho
de la Bocaina, que separa las islas de Lanzarote y Fuerteventura.

Homenaje a Josefina Plá en el faro.

A la vista las costas de Lanzarote


El faro no se concibe sin el nombre de Antoñito "El Farero".
Antonio Hernández Páez llegó al islote en 1936 como auxiliar del torrero. Fue el personaje
más popular de Lobos durante más de 50 años, y el último titular del faro de Martiño.
 Vivió en la isla con su mujer y sus ocho hijos, dos de los cuales nacieron en el propio faro.

Son numerosas las anécdotas que se cuentan sobre Antoñito que ejerció como farero
hasta el año 1968. Aun se recuerda por el caldo de pescado que ofrecía a los escasos
visitantes, que llegaban al islote, en su casa convertida en esporádico restaurante;
hoy su hijo Andrés continua esta tradición.

Más de un visitante de la isla recibió primeros auxilios de manos de Antoñito.
Antes, cuando sucedía algo en Lobos, sus escasos habitantes construían una hoguera
para que se supiera desde Corralejo, que allí pasaba algo grave.

Algunos médicos que frecuentaban la isla instruyeron a Antoñito en lecciones básicas
de cirugía y él curó muchas de las heridas que producen las piedras de las playas de la isla.



Litoral costero bajo el faro.


Abandonamos el faro para continuar con nuestra ruta circular por la isla.

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4 Rincones isleños

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