Caminar en silencio, observando todo con la curiosidad de un niño, para apreciar los detalles, los matices, los contrastes sutiles, y las huellas del pasado. Escuchar a cada paso las voces de los rincones por los que vas pasando y que te cuentan una historia, su historia.
Esos efímeros atardeceres de vagabundeo por las esquinas de un casco antiguo, zonas de las que nunca hemos oído hablar, para buscar esos sentimientos, sensaciones personales o los pequeños placeres de la vida.
Eso para mi no tiene precio.
👀
Mi noctámbulo paseo por el barrio El Carmen.
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